Como me aburro
soberanamente, y no intento
salir del tedio, más que para
informarme de lo que sucede
en ámbitos lejanos al nuestro,
como puede serlo Australia,
he decidido, por decisión crítica
y unánime, plantearme el hecho
oportuno de largarme del planeta
Tierra, buscando agua potable,
como hacen los misioneros del espacio,
que tanta falta hacen
en Júpiter, Plutón o Marte.
Y lo he decidido pese a que
me gusta el verano en la tierra,
y el otoño en Malasaña.
La paella y la langosta
no me disgustan, y soy capaz
de enhebrar la aguja del deshielo
hasta en las cavidades más exigentes.
Me urge sin embargo encontrar
aventureros similares, razón
aquí, en este anuncio por palabras-.
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