fmarquezma

Alfa y Omega

Es hijo de todos y de nadie, 

Es un brote díscolo que se buscó el sustento.

Su padre y su madre fueron invisibles al mundo, 

pero crearon su universo.

Vigila sus espaldas y sus costados golpeados

Con mirada digna y altiva, en alerta permanente

mientras avanza por su camino labrado.

Hay monstruos sin rostro, terroríficos e íntimos, 

hay luz cegadora que juega en el sudor de su frente.

Le pesan los pies, no le dejan abrir el sendero,

Son anclas de plomo clavados en la tierra, 

Son rémoras crueles y rebeldes,

Víctimas de la pereza, del desánimo y del miedo.

Pero el esfuerzo y la voluntad fiel se imponen,

abren los canales angostos de su pecho prieto,

ávido de vida y de aire, alimento del aliento.

El campo se abre y las zarzas le acechan provocándole heridas

Que duelen fugazmente y que no merecen atenciones, 

no hay tiempo.

La sangre huye de sus venas y corre entre las espinas,  

Se estanca, mancha la piel de sus brazos cansados,

Componiendo un efímero cuadro de lucha hasta que se seca.

El pródigo y transitorio mundo, opulento y ciego,

henchido de caos, de senderos y de lugares evanescentes

le espera receloso y lo acoge.

Con condiciones.

Exigente con sus pasiones, con sus sudores y su empeño,

Le desiguala al no olvidarse de su cuna y de su parentesco,

Le pone trabas en forma de clase social prepotente.

Pero sabe, sin saber porqué lo sabe,

que siendo hueso fungible y carne perecedera,

Que siendo manantial de vida y ciénaga de lloros y fatigas,

Que siendo siervo del caos y del orden y del azar preso,

Que aunque ya exhausto y agotado se esfume de este universo,

Transcenderá victorioso viajando en paz y transformado 

a dimensiones insólitas, eternas e inexploradas.