Cuando llega la tristeza en este país,
montañoso y lejano,
el sol se se olvida de su rostro
y la noche inunda el espacio
y de repente me siento viejo,
desprotegido,
cuando el viento helado
me traspasa
Y sin embargo,
cuando llega la tristeza,
yo la acompaño en silencio y la llevo conmigo,
y me acostumbro a su presencia
reteniéndola como a una amante
que sé que se irá, escurridiza
por la rendija de mis ventanas
porque comprendo que la tristeza
me ayuda a ver cosas,
que sin ella no veo,
que sin ella no escucho,
que sin ella no siento
y sé que en mi existencia anodina
la vida volverá a pasar sin pasarme
y que reiré de nuevo
Y sin embargo,
es irónico decirlo
pero a veces,
cuando llega la tristeza,
aunque triste,
me siento más vivo