Entraste en mi vida
de manera distraída,
por el sendero vedado
a tontos descuidados.
No pediste permiso,
no tocaste la aldaba,
te atrajo la luz de la rendija
que abrió el paso.
Al principio no hablaste,
tus ojos me miraban,
rompiste el mutismo,
dulce voz tan delicada.
El permiso del abrazo
lo dio mi mirada,
me diste tu calor,
ensoñación deseada.
La llegada a mi boca
Fue un encuentro casual,
el camino del suspiro
te la hizo rozar.
De allí en la rendija,
de manera distraída,
asoma tu alma clara,
invitación a tu vida,
por el sendero vedado
a tontos descuidados.
A.B.A. 2016 ©
Amalia Beatriz Arzac
Buenos Aires-Argentina