Un día sin quererlo llegué
A un pueblito de ensueño
Con callecitas empedradas
Y cercos rodeados de juncos y nopales
Paredes de adobes y barro
Techos de rojos tejados
Humeantes chimeneas
Aromas de maizales y trigales.
Cual cervatillo montarás
De gruesas trenzas y pollera colorada
Entre los árboles perdida
Una damisela me espiaba.
Todo el tiempo se las arreglaba
Para contemplarme escondida
Un día que me atreví a saludarla
Huyó cual avecilla asustada
Los días se fueron consumiendo
Y debía regresar a la ciudad
En el caminito empedrado
Lloraba desconsolada
La vi triste y compungida
En el muro de piedras trepada
Era la cruel y descarnada despedida
De un amor puro jamás plasmada
Amor de cristal, amor andino
Entre ollas y cocinas de barro
Perdido entre espinas y nopales
Enredado en aromas de inocencia.
Lima, diciembre 3 del 2019