Amor mío, ¿por qué de mí tu alba luz alejas
para ocultarte en las lejanas ondas etéreas
y te vistes con cendales de sedas aéreas
mientras en la más horrible oscuridad me dejas?
¿Por qué de intensificar mi tormento no cejas?
Trasládame contigo a las regiones sidéreas
con indelebles alas volátiles y céreas,
cual otro Ícaro, para oír tus seductoras quejas.
Vivo abrumado en este piélago de tristeza,
que me priva de los hechizos de tus encantos
y de libar las mieles de tus rojos corales.
Muéstrame, oh dueña mía, otra vez esa belleza
que sofoque en mi alma los afligidos llantos
y la libere de las tinieblas infernales.
Suspiros y susños de amor