Yo pensaba que la vida
no tenía sentido alguno,
que vagaba por el mundo
por seguir una rutina
Y al notar tanta carencia
la tristeza me invadía,
no dormía, no comía
¿Qué más daba la existencia?
Harto tiempo me duraron
las mismas quejas, repetidas;
Cuando me di por perdida
de mi vida se marcharon
Pues a mí había llegado
en el momento más crucial
de la vida, su ideal:
el amor tan anhelado.
No sentí más amargura,
ni en mi camino más la hiel,
todo se vestía de miel
y en su ser vi la ternura.
En sus manos, la caricia
me invitaba a nuevos rumbos
¡Bastó tan sólo un segundo
y descubrí las delicias!
En sus ojos yo veía
la ventana a lo infinito
era un sentir tan bendito
que mi piel se estremecía.
Yo soñaba noche y día
con corazones y estrellas.
La vida entonces fue bella,
de embriagante melodía.
Ni aún cuando hubo acabado
se me pasó tal efecto,
para mí todo es perfecto:
ya viví lo más soñado.