Ayer tuve entre mis manos tus níveas manos,
sus caricias eran como las de blanca paloma,
su suave piel exhalaba un delicioso aroma
que me mudaba a un edén colmado de manzanos.
En tus verdes esmeraldas nacían mis sueños,
tus corales escarlata eran dulce ambrosía
que anulaba mi frágil voluntad noche y día,
contigo sólo vivía plácidos ensueños.
Hoy en mi fantasía recuerdo tu imagen bella,
las nacaradas perlas de tu boca de fresa,
tus rubíes y tus verdes ojos de deesa
y tus blondos cabellos como oro de ocre estrella.
Retorna otra vez a mi lado, mi dulce amada,
no dejes desamparado a tu esclavo sumiso
en este depravado mundo, solo e indeciso,
que lo precipite en el averno y en la nada.
Suspiros y sueños de amor