¡Oh dios vivo! que en pan tu cuerpo habita…
Tú; esencia tan pura y tan generosa,
que nace como del botón la rosa,
y alivia el alma que se debilita.
Con la vid purpurea que cohabita,
los ríos de esperanza que goza,
la eternidad del alma que reposa,
Su sagrada vida plena y bendita.
De alimentarse en la comunión,
del pan y el vino, de su corazón…
Cual abeja con su misericordia,
pues prefirió entregarse un día,
en la cumbre de aquella cruz tan fría…
para redimir la culpa y dar perdón.