txitxo

Ecce homo erectus est

Qué hiciste conmigo, dime

Qué fue,

Qué conjuro o hetxizo pronunciaste mientras miraba tus pupilas

Paso las veinticuatro horas del día como homo erectus

 

Si voy a comprar tomates,

acabo pidiendo higos y mangos que mi glande señala  

Los pepinos y calabacines se yerguen orgullosos cuando abro el refrigerador

y como saludando mi falo se estira unos milímetros más en elegante rectitud

 

El doctor dice que padezco de rigidez de bálano

El psicoanalista me cree con complejo de poliedro irregular

El sacerdote ¡qué sacrílego parroquiano!

El militar quiere colgarme una medalla a la firmeza

El político, sin embargo, lleva seis en su orto para sentarse en su escaño

 

Erecto asisto a las conferencias de antropología 

Erecto lloro un drama en el teatro

Erecto sonrío al funcionario que me devuelve los formularios

Erecto doy los buenos días

Mis sueños fueron mástiles, sin bandera, de verticalidad vertiginosa

 

Después de verte, yo quedo saciado, complacido, alegre

Sin embargo, el Erguido persiste en su rectitud como un bonzo sigue sus preceptos

Ni seis horas en la bañera llena de piedras de hielo

Ni caldo con bromuro

Ni tan siquiera asustándolo con una operación de cambio de sexo

No se doblega ante nada ni nadie

Pues no va más, ¡y al carajo!

 

Sin saber la duración del fenómeno he decidido dar rienda suelta a mi sexo, regalártelo cada vez que te vea

y permanecer inmóvil el resto del tiempo.