Presa en esta cárcel de huesos, condenada al dolor y a los sentimientos, desgastada por el peso de los años mirando como se deteriora su cuerpo
Inmolada en un grito de angustia, este dolor es producto de una culpa, una culpa que carcome el alma y en sus ojos las llamaradas del deseo de amar sin ser amada.
No hay belleza en su faz, y sus manos tiemblan de rodillas y rueda por su mejillas dos perlas de dolor, solo se escucha el clamor, al Dios que esta en los cielos, te pido padre bueno líbrame de este dolor
No tiene sol ni luna y las estrellas una por una han perdido su resplandor, ya no le alegra el riachuelo ni el canto del ruiseñor.