Dedicatoria.
A todos los que, sin padecer cardiopatía,
alguna vez les ha dolido intensamente el corazón...
Pasas alegre por la ventana
y me alegro por los dos:
por tí porque me olvidaste;
por mí, porque Dios me oyó.
No imaginas las angustias,
las noches de insomnio,
el dolor por la ausencia,
la desesperación…
Sé que no tienes la culpa,
¿acaso la tuve yo?
La culpa la tienen todos:
los amigos que tuviste;
los que nunca tuve yo;
los que dijeron lo que dijeron,
sin saber que confundían
al pez con el pescador.
Al final,
ni siquiera hubo un comienzo,
solo una gran confusión;
mal entendidos;
resentimientos sin causa;
y causas que nadie causó…
Todos los motivos fueron pocos,
para impedir con imaginarias fronteras,
la unión de dos almas
nacidas para un amor.
Sé que no tienes la culpa,
solo fue un cruce de caminos,
dos historias inconclusas,
un pasado sin retorno,
y un amor que terminó…
Sé que no tienes la culpa,
la culpa nunca existió…
Frank Calle (6/ dic/ 2019)