Desde el musgoso paredón de los Ayeres
que divide dos crepúsculos,
los dioses inventaron la oscuridad
de la negra noche
y la luz brillante de una aurora.
Trato de medir sigilosa,
sus dimensiones desparramadas,
entre las ya despejadas
y húmedas tinieblas
que moran en mi alma....
(hay en mi interior fuego,
llamaradas sobrehumanas,
donde se cuecen heridas
y cicatrices siniestras, de aquel añorado antaño).
Dónde estás aurora de los Ángeles?
te busco entre
los Vientos impetuosos de mi alma.
Miro de frente tu rostro espejado
por estrellas luminosas
que ya se apagan.
Estrellas que añoro desde niña,
Y que siempre me son negadas.
Aurora,
Paraíso de los Vivos y los Muertos
no tienes noción del Tiempo,
que sagaz se mide.
Aurora,
desierto de los mares,
lo que mi mente pergeña,
será aceptado
por los que entienden
y los que saben.
(Patricia)