Ya estaba escrito en la arena.
Unos ojos como los tuyos me mirarían, el desierto brillaría.
Una ráfaga, los velos danzando, la calidez del desierto reverberando en tus ojos, el calidoscopio y la pluma del poeta.
el destino cubriría su manto de oro en nuestras manos.
Para no separarnos nunca más.