Aunque no pueda mirar los destellos de tus ojos
ni pueda arroparte el cielo con su cobija celeste,
ni puedan rodear tu cuerpo mis manos al acariciarte,
aunque tu amor y tu cuerpo de mí siempre estén ausentes,
sí puede mi pensamiento tenerte siempre presente.
Aunque no pueda mirar los destellos de tus ojos,
ni tus brazos abrazarme, al amanecer del alba,
cuando se oculta la aurora y aparece el sol dorado,
y surcan el cielo los pájaros con su trinar mañanero,
siempre vivirás en mí como el rocío en la noche,
y como el trinar de los pájaros al cruzar el horizonte.
Aunque no pueda mirar los destellos de tus ojos,
me alimentan los recuerdos cuando tu cuerpo y mi cuerpo
se amaban en el silencio de aquellas tardes soleadas,
y cuando en los amaneceres unías tu cuerpo al mío,
al titilar las estrellas cuando caía el rocío.
Aunque no pueda mirar los destellos de tus ojos,
ni acariciar tus cabellos, ni traspasar tu mirada,
aunque tu cuerpo esté ausente en las noches sigilosas,
son los sueños que recuerdan que en mí siempre estás presente.