Papá, descansa junto a mí
el aturdimiento de tu llanto
déjalo evaporar sufrimiento
busquemos
ya que ella también se nos fue
el pan entre trigos sordos.
En la erosión del tiempo
encontremos consuelo a nuestra sed,
inventémonos un racimo de momentos al azar
para amontonar nuestro dolor
desangrar penas
y recomponer desde el adiós que no tuvimos,
aquella estúpida sincronía de errores
que nos llovió.
Juntémonos en la dimensión atemporal
a destruir tus ojos de fotografía
tu rostro en blanco y negro
Te ofrezco una taza de té
donde estacionar el pasado
un brasero que nos entibie el alma
y una conversación al anochecer
para sentirnos eternos
aunque tengamos que mentirle al destino
cubrir con persianas la realidad
y taparle los ojos a la muerte
Escucho tu dolor
pasar cerca de mi pecho
como un tren enfermo
sin rumbo.
Tu lugar está en mis ojos
tú presencia en mi sangre
tu voz, arranca ahí, cerca de la mía
y tus pasos de olvido
se encuentran de frente a la memoria
cada vez, cada segundo
que evoco tu nombre.
Claudio Ernesto