En la oscuridad de una noche tan callada,
Comencé a mirar mi mundo en sus ojos
en el claro día, después de una alborada;
Ojos claros y azules como el agua cristalina
Como dos gotas de rocío cayendo milagrosas
En mi cuerpo formando mil cascadas
Comencé a soñarme entre sus brazos,
Transportada a un lugar maravilloso
Para beberme en sus caricias cada trago
Comencé entonces a caminar en su sendero
A seguir la ruta que el trazara,
Envolviéndome más y más entre sus pasos
Comencé a saciar mi sed entre sus labios
Abandonándome sin recelo en cada beso,
Fui conociendo de cerca su universo;
Comencé a sentirme bien con todo aquello
En ese mundo junto a él que me había creado
Entonces fui feliz, todo había cambiado,
Ahora escucho el trino de los pájaros
El canto de la sirena en el mar atormentado,
El eco del río golpeándose entre las rocas,
El claxón de los carros como bellas serenatas
Y suave el bullicio de una ciudad alborotada;
Todo cambió, el ruido fue nada entre las olas,
Comencé a mirar en su luz nuevos horizontes
Repletos de ternura, en una tarde enamorada
Como reina mecida entre palmas agitadas,
Lo amé por sus ideas, con dicha y con ternura
Comencé a amarlo con locura, con necesidad y entrega,
Porque con él volví a sentir el amor con toda su dulzura,
Lo amo ahora con todo su universo y quiero que lo sepa
DOMOTA
Derechos reservados, del libro Mi Musa Sigue Cantando