Porque siempre tiene palabras de aliento en mis momentos oscuros, a las atinadas palabras de mi abuelo.
Es tu bastón frente a mi que eclipsa
la nube viajera de mis sentidos,
objeto de estudio debo ser
si tan fulminante persistes en negación de mi acontecer
Levántate y deja correr
tu silueta espera permeada en colores,
que en mi mirada disipada,
estas ahora presente
Del otro lado del océano atrapados estamos,
más el suspiro de su aliento al aire vuela,
dejando correr en arcoíris una melodía
porque en tormenta posó sus lágrimas
que en desierto culminó en agonía
Eres tú fresca mañana parecida ya al atardecer de tus bemoles,
olvidando que al trinar de tu violín eternizas,
que en el llanto conspira y enmudece,
aletargando el sentimiento al ambiente
No llores nieta mía,
hija de mis compases atizados
cuando la vereda de tu melodía atraviesa,
no me dejes en el campo la nostalgia de tu arista,
es mi deseo quererte en tu silente consonancia,
muerto no me tienes, aquí yo estoy todavía
A mi espejo mirada a mi abuelo,
son tus palabras mi realce a la vida,
continúa la mía y con ella mi sinfonía,
mi amado señor de la ventana siempre pendiente
es a tu frente que beso en tu sabio consejo.
Mis labios a carmín no pueden ocultar
lo profundo que es mi pesar, saber que se debe continuar,
a brazo me lleva, el instrumento hoy desmayado,
ambos en desconsuelo en sombría partida al escenario,
mirar atrás, a mi abuelo en la ventana
continuar hacia el norte, un paso tras otro hacia el frente,
mensaje de mi abuelo, siempre constante.
Clavel Rojo © Alejandra P. Rodríguez Espinosa. Todos los derechos reservados