Se muestra empecinada y tenaz, cual narrador con su novela
frente a los llamados de un pequeño adolescente al que ella ve como gigante.
Cree que es muy temprano para perderse en pasajes oníricos,
ahí está ella, no queriendo ser envuelta y sometida por Morfeo
El gigante frente a los ojos de la niña, la lleva casi a rastras
a entrar juntos a esos pasajes, abre la cama y apaga la luz.
El gigante se echa al lado de la niña, extiende su brazo y,
ella casi por inercia se deja abrazar sintiéndose protegida.
Ella no sabe que, quizás la protegida no es solo ella,
quizás ambos se sienten protegidos, o quizá tan solo lo haga el gigante.
Él besa la frente de ella y le susurra un cariño, ella le agradece.
Ambos se abrazan, ambos se quieren, ambos se protegen.