¿Recuerdas aquella tarde de otoño dorada
que los dos marchábamos asidos de la mano
y en nuestros corazones fluía un ardor humano
mientras me conducías a tu antigua morada?
Hoy he vuelto a la vieja mansión abandonada
en donde nuestro recuerdo queda muy lejano;
la casa está derruida, roído el viejo piano,
y del espléndido jardín ya no queda nada.
¿Habrá muerto también el amor en nuestra alma?
¿Se habrá extinguido el fuego de nuestro corazón?
¿Habrá aún rosas en nuestro recóndito jardín?
Mi amada, conmuta mi ansiedad en dulce calma
y no permitas que sin ti pierda la razón,
a tan ilimitada ausencia ponle ya fin.
Suspiros y sueños de amor