El aprendiz de contable
Me habló de hacer balances, y aunque la contable era ella...
Habría de hacerle cada suma de sus pasiones de manera que nunca se dividieran sus ganas, sino que todas ellas salieran multiplicadas.
Hoy necesitaba sexo elevado a la enésima potencia, y ella era la experta en cuadrar todos mis números, sabiendo obtener a tiempo todos los ingresos atrasados de mi cuerpo.
Sabia que mis besos obtendrían las ganancias necesarias para compensar sus perdidas generadas por los registros de las ausencias, dotando claramente un enfoque metódico a mi labor como hombre.
Cumpliendo los tiempos de entrega me enseñó a mecanografiar su boca, cubrir sus expectativas analíticas de ser una buena inversión y su contabilidad en el amor empezó a ser rentable por cumplir los objetivos de su corazón.
Sus números y los míos empezaron a añadir la cantidad de ceros suficientes a una cifra de miles y de millones de besos, por ser yo su único cliente afortunado en el amor.
Dotada con la habilidad numérica y matemática, de cálculos simples y complejos descubrió que el amor no es un numero, pero si tenía todos los números para amar y ser amada.
¿Como no iba a querer ser yo, su intenso aprendiz de contable?
Finalmente acabe diciendo:
Como contable tu me cuadras.
Jordi Etresi
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