La vida es, mi amigo Edmundo,
el capricho de unos pocos
y de aquéllos que como vos han sabido
situarse en lo mágico del amor.
La muerte es la liberación
de los que como yo
ven el espanto y horror
que se induce desde
el hombre corrupto.
La existencia pareciera ser
la apariencia
del reflejo del corazón del hombre
en cada una de sus dimensiones.
Cómo quisiera volver a leer
tus nuevos poemas
con éstos, mis ojos,
cambiados a tu realidad.
Dios quiera,
que tu alma haya sido igual
a tus poemas
para el bien e iluminación
de quienes te amaron de cerca;
pues, nosotros tuvimos
la felicidad de tus letras.
Descansa en Paz.