Me domina la nostalgia
cuando recuerdo los viejos
tiempos, de aquellas tertulias
en casa de mis abuelos,
cuando después del trabajo
se hacía un rico recuento
del acontecer del día
con envidiable sosiego.
Olor a tierra mojada
en patios con limoneros
de níveos azahares,
que provocaron destellos,
atrapados en la mente
como fantástico ensueño
convertido en la añoranza
que me da placer supremo.
Tardes quietas ambarinas
de agua dulce o café negro,
de originales anécdotas
como cantos de jilgueros
que embellecieron la vida
.dejando su huella en el tiempo
guardada en bruñidos cofres
donde sueños se tejieron.
Conversaciones bordadas
con el cautivante ingenio,
muchas veces expresiones
de decires zalameros,
en otras sensatas cátedras
dignas del mejor maestro,
la familia siempre unida
buscando el mejor remedio.
“Fue grandioso lo vivido
esculpido a fuego lento
que dejó en el corazón
los indelebles recuerdos.”