Qué tiempos aquellos,
cuando fui el jardinero que sus flores cultivó,
y cada día a media mañana,
una jarra de flores blancas
dejaba sobre el escritorio
de la Dirección.
Escuela de Señoritas,
bella institución,
hecha para educar el alma
de una flor.
− ¡Jardinero, jardinero, regáleme aquella flor!
Hoy las recuerdo a todas,
corriendo por los jardines como alegres mariposas,
volando de flor en flor.
Desde entonces,
han pasado muchos años,
han cambiado los tiempos,
a veces para mejor… a veces para peor…
Ya no vuelan las mariposas.
Ni siquiera existe el jardín;
las señoritas a esas edades casi no existen…
y la escuela, desapareció.
Frank Calle (11/ dic/ 2019)