Porque debo escribir compulsivamente mientras yo misma me niego el derecho a escribir y a hablar a alguien. Nadie me escucha porque nadie puede escucharme sino me ama y sino está dispuesto a abrazarme mientras lloro y sin juzgarme. Necesito un padre, alguien que sea un eje, una roca, un ancla ante el vaivén de la vida. Ni el padre,ni dios, ni el amor existen. El ancla debo ser yo misma ... que aburrido, que decepcionante, que solitario. Dios no se revela y me miente, yo me escondo de él por el don de la duda que él mismo me ha dado repetidas veces instante tras instante, y patética me muero de risa confundida ante el chiste:el absurdo de la vida.
Soy pequeña, corta, encerrada en mi misma. Qué poco espacio ocupo en el mundo y en mi propio corazón. Que ganas de escapar a mis antiguos sueños, fantasías. Soy tóxica, no me hago cargo de mi propio veneno y de la ausencia de dios y de todos y de mi. No me gusta la vida. Mi cobardía consiste en no querer enfrentar la vida y la muerte. No me gusta la vida. No me gusta la vida. No me gusta que la fantasía se rompa. No me gusta el dolor. No me gusto, no me siento cómoda e mi soledad y en mi propia compañía. No me gusta el individualismo tan marcado y cómo todo vuelve a mi, cómo todo se dirige a mi, como soy solo yo el centro del mundo y mi mundo.
Extraño a dios: él me amaba cuando existía.