Érase una vez...
inocencia y lujuria se encontraron,
inocencia no sabía qué hacer
pues ella y lujuria se enamoraron.
Inocencia nunca había estado así
pero lujuria ya se había enamorado a mil
entonces a un acuerdo llegaron
que su romance tendría fin, pactaron.
Lujuria le enseñó a besar
e inocencia a esperar,
pues tenía que ir por el inicio
y dedicarse por entero al oficio.
A lujuria le gustó la pureza de inocencia,
y a inocencia le impactó su picardía
y el por qué tenía la creencia
de que un amor nunca florecería.
Entonces lujuria le confesó que algún día se iría
e inocencia admitió que un amor sin fin nunca esperó,
y mientras veía cómo lujuria corría
una mano al corazón se llevó...
Lujuria sabía lo que debía hacer
pero seguía empeñado en el querer,
se había acostumbrado tanto a la compañía de inocencia,
que su corazón empezó a latir con violencia.
¡¿Qué había hecho?!
Se preguntó...
Había caído en la trampa del amor.
Y mientras siga abierto el contrato...
no te puedo decir cómo su historia ha terminado...
pero si sigues leyendo...
tal vez en un rato,
te pueda decir cómo ha terminado;
pero inocencia sabe que pronto todo habrá acabado.