Formas carnales y oblicuas, que albergaron
Tantos testimonios, tantas frondas.
Pinares antiguos que observaron el
Lento declinar del paisaje, obsolescente.
Mi mente se llena de espacios salvajes,
inoportunos, concluidos, sin razón aparente.
Silvestres construcciones, cobertizos llenos
de orificios, aguas inmensas canalizadas por
los depósitos salinos, sombras emergidas
de un llanto desconsolado y aturdido.
Mi cuerpo, esa razón por la que ofrezco
mi memoria en holocausto bendecido.
Oblea terminante de los paraísos perdidos.
Mis ojos, sacrificados a la lectura remota
de un amor contrariado y en miniatura.
Los negros barrizales de granito y cal.
Las bestias sombrías con ojos de vientre caído.
Y esas estrellas carcomidas por los helechos,
donde los brazos reposaban su antiguo maleficio.
©