C. Eduardo Barrios (Ex-Toki)

POSIBLEMENTE NUNCA LO PEDÍ

 

Yo, quizás, nunca he pedido nada material a nadie para mi;

pero, si poseo algo,

aquello es mío

y sólo mío,

hasta que me desprenda de él.

 

No lo puedo cambiar por otro igual

o considerado mejor

o con más cualidades;

me apropio

como si parte de mi alma fuera.

 

Pero si es materia,

me dicen;

entiendo; 

sin embargo, me supera.

 

No así,

si es una persona,

un ave, un ser vivo,

ellos son libres

y no me pertenecen.

 

Sé que es extraño,

porque uno no se pertenece

ni siquiera a sí mismo.

 

Lo racionalizo;

no obstante,

igual lo requiero como mío;

si no lo encuentro,

me duele;

lo busco

aunque sea sólo por verlo.

 

Si me lo roba un desposeído,

lo comprendo y no me duele.

 

Si un malvado,

por hacer daño lo hurta,

lo persigo hasta dar con él.

 

Infantilismos arraigados

hasta la muerte,

¿nacidos de dónde?,

¿quién sabe?

 

Algún día analizaré

profundamente esta introyección,

sus alcances,

su significado.

 

Porque comprendo los traumas

y ansiedades

de quienes

han sido abandonados.

 

¿Mas, poseer este elemento,

vivirlo y sentirlo,

y no echar mano a él,

sería un desperdicio no revisarlo?

 

Claro el amor de emparejamiento

se vive y se siente,

y es imposible arrancarlo

por más que se piense

sobre qué lo provocó;

hay una unión más allá de la razón.

 

Son como dones,

están ahí, 

se hayan hecho conscientes o no.

 

¿O son temas para

Freud, Jung, Adler, Jaccard, Barthes, ...?