Recuerda, oh ingrata, el día en que de Cupido
clavaste la incandescente flecha en mi costado,
como veraz respuesta a mi amor apasionado
o a aquellos ardides de que Eros se ha servido.
Si de veras únicamente a mí me has querido,
¡oh infiel!, ¿por qué de mi vera te has alejado,
y en este mundo tan solo y triste me has dejado
y a otra esfera distante y arcana te has ido?
Arranca de mi corazón el hierro candente,
aunque mi herido costado sangre hasta la muerte,
si en tu diamantina alma un rescoldo aún perdura.
O si ya no me amas, aléjate eternamente
de mí para que jamás pueda volver a verte,
que yo viviré con mi pena en la noche oscura.
Suspiros y sueños de amor