Llegué a la noche
afirmado en recuerdos
cabalgando lejanas dunas
que sembraron tus pasiones.
Llegué.
En medio de la embriaguez
navego lento la barca de tus palabras
en la inmensa distancia de tu nombre.
Llegué.
Descolgando el olvido
compongo un trazo de tu voz
para sembrarlo eterno
en los brotes del alba.
Llegué.
Solitario a la noche
y me recibió entera,
lenta,
apaciguada.
Claudio Ernesto