Entre trazos suaves
y correspondencia de médulas;
una mariposa se abre paso.
Por los pasillos del destino;
la ofrenda es un brillo
que no es para los Dioses
y se erige como la raíz de un árbol;
antagonista del concreto.
La constelación del fulgor
se anuncia en el cristal de dos almas
mientras los cuervos deshojan al maizal por las aceras.
Yo no quiero ir de prisa
aunque el tiempo me pise los talones
y es el viento transparente que
carga en el deseo; la fórmula para ralentizarlo.