Bajo el fulgor de la luna llena, me gusta pisar mi sombra. Desenredar mi cabello ensortijado y buscar en los aleros, el rocío nocturnal de los luceros.
Mirar a través del espejo, el rostro inquieto de la luna, el fulgor de la mirada y la magia de mis manos.
Percibir y saborear, la brisa de la noche loca, que en suspiros, desgaja sobre el alma inquieta, ramilletes de versos y letras.
Ver, aunque no lo crean, los ojos transfigurados de Micifuz, la Mirla en su quietud, en mi jardín encantado, y la escalera que conecta con las arterias del manto sagrado.
Y así, lentamente y de soslayo
Auscultar en el socavón del momento, las cartas de amor que nunca se enviaron, en las que aún late, en cofre dorado, la vid que me encadena
A ese corazón celeste, que cuelga en las estrellas, y desde allá, conecta con el ímpetu de mi alma bella.
Y en delicioso espiral, y de forma melodiosa,
Expandir con la lira, la magia nocturnal de mis delicados pechos, bajando por mi cintura y hasta la punta de los dedos de los pies, en arandela de lirios, luces y diademas.
* Imagen tomada del muro de Carlos Miguel Pérez
Luz Marina Méndez Carrillo/23092019/Derechos de autor reservados.