Byron Vargas Quesada

Delirios de un caminante

Llévame a los molinos sin viento

A las luces del invierno

 A la nueva mañana

De las almas del canto

 

Clamo al vacío, no al iluso albedrío

Preciso la lluvia, los hombros dormidos

Absorbe mi alma

Y ahoga al navío

 

Tres trajes vestí

Tal cual como niño

Perdido en el mundo

Buscando un tal juicio

 

No ruge la vida

Se corona el olvido

El ser ya no alcanza

Y aún nadie lo ha escrito

 

¿Qué valor tiene el camino?

Cuando sus cercas transpiran angustia y delirio

Fruto del jardín prohibido

La obra ya escrita del omnipotente malcrío

 

 

Voces se apagan, se encienden suspiros

El concreto hoy sangra, un crimen perdido

Sistemas que mueren

Mesías caídos

 

Monumentos vacíos, caridades obscenas

Murmuran al cielo el perdón de sus penas

Brotadas del oro, la plata y el cobre

Arrancan entrañas del rico y del pobre

 

Figuras de porcelana

Transmutan de la carne y el hueso

Su apariencia ya no es humana

Es un simple aborrezco

 

Las melodías pierden sentido

Los grandes ídolos se apagan

Su voz se ha transformado

En una llaga que sangra

 

¿Te asustan los reflejos?

Es un delirio sin frenos

Derretido por los hombres

Y sus perros hambrientos

 

El papel desaparece

Los sentimientos se estremecen

Aunque marche de este mundo

La tinta no perece