Hoy hace una semana.
Día viernes.
Días de expectativa,
de dolor, de impotencia,
de oraciones... individuales
y públicas.
Los diarios, las revistas,
la radio, la televisión,
pendientes de ti.
De tu estado de salud.
Marchas para concentrarnos
y rogar para que te salves...
Te amaron, hasta
los que no te conocían.
¡Cómo no amarte,
después de lo que te sucedió!...
Estuviste hace una semana
en una colonia de niños,
corriendo, jugando,
riéndote con tus amiguitos.
Sabíamos todos que
estabas muy feliz...
Hace una semana
estabas con tu padre
allí, en la colonia.
Tu padre te ofreció
tomar una gaseosa.
Tú preferiste agua.
Fuiste hacia el dispenser
para servirte un vaso.
Una bala perdida
rozó tu cabeza.
Caíste.
Te llevaron al hospital,
te operaron...
Del otro lado de la laguna,
malhechores discutían.
Peleaban y comenzaron a balearse
unos contra otros.
Una bala perdida,
cruzó la laguna
y cayó sobre tu cabecita
de muñeca...
Lesión inter craneana,
operación...
Rezos, tristezas, amarguras,
de toda nuestra ciudad...
Y más allá de ella...
Un hecho público,
solidario, todo Santa Fe
expectante de tu supervivencia.
Diagnóstico reservado.
Sin variación.
Sin avance... pero con la esperanza
que te salvarías...
No fue así.
Cercano al comienzo
de este día viernes,
cerraste tus ojitos
de hermosa muñequita...
Dejaste de pertenecer
a este mundo.
Dios te llamó
para que visites su Reino Celestial.
Dios prefirió que vivas en su casa,
antes que siguieses viviendo,
tal vez quién sabe cómo...
Hubieras quedado imposibilitada
de por vida... tal vez.
¡Cuánto dolor para tus padres,
tus abuelos, tus tíos,
para la gente que te conocíamos
y tanto te amábamos!
Eras única hija.
Y ahora, tus padres,
han quedado sin ti.
Esta mañana fui a visitarte,
a despedirme de ti,
a darte el adiós final.
Estábamos en tu velatorio,
todos llorándote.
Tenías sobre tu pecho,
una muñeca, como tú, hermosa...
Todo ha sido dolor, llanto.
Me despedí de ti
dándote un beso
en tu frente...
Una vez más la inseguridad,
la mala gente...
Esa bala no sólo
te tocó a ti,
sino también
a un empleado del club,
al cual la bala rozó su estómago...
Y después pudo contarlo...
Fue muy leve su herida.
En este mundo tan inseguro
no sabemos si al salir,
hemos de regresar a casa
con vida. La inseguridad,
y los horrores de la calle,
de la mala gente,
que se balean unos contra otros,
sin mirar a quiénes pueden dañar,
a quiénes pueden matar...
Mucha presión he tenido
debido a tu muerte Serena...
Así tus padres te han bautizado,
Serena...
Toda nuestra ciudad consternada.
Preferí no acompañarte
al cementerio.
Decidí despedirte donde te velamos.
¡Hasta cuándo existirán estas muertes!...
Tú jugabas, reías...
y una bala perdida rozó
tu cabecita de muñeca humana,
para quitarte la vida.
Siete años de vida
tuviste Serena.
De nada valieron nuestras oraciones.
Jesús prefirió invitarte a su Reino.
Allí con Él más has de estar, eternamente...
que descanses en tu merecida paz, Serena..
Derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 07/12/2013)