¿Recuerdas aquella tarde
caminando en la alameda,
cuando los aires surcaron
las cuerdas de una vihuela
seguida por una voz
tan romántica y tan tierna
que dulcemente decía:
\"que nuestro amor nunca muera,
que sea rosa de mayo
siempre tan fragante y fresca,
ofreciendo con su efluvio
de la vida, llama eterna;
que brille con el fulgor
de siderales estrellas
que hacen brotar ilusiones
como collares de perlas\"
Recuerdo que tus pupilas
brillaban como luciérnagas
embriagadas por el canto
lleno de magia y belleza
que al corazón seducía
con magnífica cadencia
cual susurros de laureles
mecidos en las estepas
por el céfiro apacible
que sus verde hojas besan
con ese beso tranquilo
que la ternura revela,
y que lleva siempre el aura
de color y de luz hecha
que prende en los corazones
del amor hermosa tea.
Escuchamos cada acorde
con esa bella inocencia
que trae el amor primero
sin la malicia indiscreta,
sintiendo el grande delirio
de manos blancas y tersas
con la primera caricia
que sacude nuestras venas
y que inunda los sentidos
como brisa mañanera
cuajada con el aroma
de geranios y azucenas,
llenando así nuestro espacio
de la dicha mas completa
haciendo de aquel idilio
el mas hermoso poema.
\"Nacimos para adorarnos\",
decía la voz aquella,
y tu sonriendo exclamaste:
¡Ese será nuestro lema!
¡Jamás las nubes oscuras
cruzaran nuestra vereda
porque vamos a querernos
de la forma mas sincera
y juntos caminaremos
de la vida, su gran senda,
envueltos con regio manto
de pasión que nos proteja
este bendito cariño,
de fisuras y de grietas
que destruyen la esperanza
que visten dulces quimeras!
¡Pero el incierto destino
siempre cambia nuestra metas
convirtiendo los vergeles
en desoladas praderas,
y aquella canción de antaño
que nos pareció tan bella
hoy me parece un responso
por aquella ilusión muerta.
Y regresa a mi memoria
tu melódica promesa
cuando escuchamos las notas
de la armoniosa vihuela
que acompañaba aquel canto
de la virginal doncella
que hizo soñar nuestras almas
con la gloria mas perfecta!
Autor: Aníbal Rodríguez.