Para que mi fe se avive
y así me invada la luz,
bendito Niño Jesús:
mi corazón te recibe.
Navidad, tiempo esperado...
De sonrisas y llanto,
escondes un bello encanto
que sigue indescifrado
(aunque el alma lo percibe),
y le da a todo un plus...
Por eso, Niño Jesús,
tu candor jamás prescribe.
Sé que no eres un mito;
mas, me llego a preguntar,
cuando más te necesito,
¿por qué tardas en llegar?
Por lo tanto, ven e inhibe,
con invasión de tu luz,
bendito Niño Jesús,
las sombras que me persiguen.
Pese a que, tanto has crecido
y te tengas que afeitar,
no puedo ni quiero evitar
verte recién nacido...
Pues mi pecho se desvive
y no me pesa mi cruz,
bendito Niño Jesús,
si mi corazón recibes.
Niño quiero sonrisas
avivándome el pecho ven
con amor crecido en llanto
invade el tiempo que
mi alma se esconde esperando
tu llegada llena de fe