No me pidas prudencia
cuando tengas que márcharte,
no me prohíbas expresarme
con un leve susurro.
Quizá no derrame lágrimas,
pero en la soledad de los bosques,
iluminados por la Luna,
mi alma se desbordará.
Cada pensamiento me guiará,
a lo más recóndito de la memoria,
para recordarte como antes
y crear ilusiones irreales.
Entonces, cuando el reloj repique,
como prólogo de nuestro adiós,
permíteme sostener tu mano y decir:
\"Espérame un poco más\".