Ravenclock

Huir al paraíso

Si, te sueño

Y te imagino en cada momento.

¿Y si todo recuerdo, se trata solo de una tarde de ensueños?

La ceniza y el humo

De la última chispa de la conciencia.

¿Y si solo basta soñar

para recrear el reflejo del paraiso en la memoria?

¿Qué tan absurda puede ser tal idea?...

¿Qué he abandonado?

El molesto despertador,

El descontrolado tiempo,

Ese que nos hace hacer y desacer,

Y nos quita la posibilidad de existir y nada más.

Y sí, parece que esa tarde,

En medio de discusiones profundas y prolongadas,

Desde hace siglos,

Desde hace milenios,

Desde el punto final,

Desde el todo y la nada;

Finalmente pude desatarme

De su juego de palabras,

De sus hilos enredados,

De sus nudos a mi alma;

Pude detenerme en aquella idea,

Que surgió de tu espejo 

Y del baúl de tu mirada,

De las llaves, de las puertas,

de lo perdido y lo recuperado,

En el profundo horizonte

de tu imagen vaga,

Ensoñaciones que me tomaron de la mano,

Para que percibiera el dulce aroma de la rendición,

Hechizo de locura y libertad:

La esencia de las mañanas de rocio,

De cantos de aves,

De sol naciente,

De armonia descontrolada;

De la sinfonía de la vida,

y de la muerte,

La danza de la eternidad.

Aquel ocaso en llamas;

El fulgor de tus manos contra las mias,

El sonido de tus pasos en el infinito camino,

La luz reflejada por tus ojos al encontrarse con los míos,

Tu corazón acelerandoce con cada suspiro,

La desesperación, la duda,

La incertidumbre del ayer y del mañana,

La necesidad de recordarte entre mis brazos,

Y de susurrarte cuanto te quiero.