Cuando en los ojos se borre la tarde,
la alta luz donde he sido tan feliz,
defenderé la paz por el camino
con la mañana en el rostro.
Hace un siglo
que tú me diste miel envenenada
y la resaca de una primavera
de solitario whisky. Colorín
y colorado,
un mundo imaginario,
vestido de retórica secreta,
respira en la distancia,
mientras niega
la soledad que tu recuerdo toca.
Son las promesas de los días borrados
como cansados ríos en las afueras.
El tiempo vuela absorto,
tal un beso
con sabor a final.
Escribo poemas
para buscar en ellos tu vacío,
pero no sé si acierto a describirte.
Tal vez el mundo,
raudo a deshacerse,
llega por otra ruta a tu costado,
sube la orilla del mar,
las antiguas
casas de la barriada en primavera.
La lluvia cubre las paredes de hiedra,
las autopistas de lo cotidiano.