Mía!
Te soñaba tanto y con tanta fuerza,
desde hace tanto tiempo,
aunque creía que era mi destino serlo,
no lo dimensionaba, no, hasta aquel día,
ya venias, ya vienes, ya TE AMO…
Pusiste tu corazón en el mío,
y si, tras cada cosa, tras cada día,
tras cada nuevo sentir que ya casi llegas,
que cada segundo, minuto u hora,
es menos tiempo para conocerte,
ya dimensioné que tenía que serlo.
Me convertí por ti,
ahora soy un manojo de nervios,
tiemblan mis manos, mi cuerpo,
las lagrimas que brotan de mis ojos
con solo imaginar,
¿Cómo será todo el día que
arribes a mis brazos?
Eres mi celeste despejado,
mi techo sin goteras, sin turbulencia,
aunque me estés cambiando la vida,
aunque me cambies todo
de ahora en adelante.
Mía,
solo pienso en todo
lo que sucederá después de que llegues,
cuando te vea por primera vez,
cuando me mires a los ojos
y reconozcas mi voz,
cuando de a pocos te enamores de mí,
aunque no logres equiparar
el amor que siento y que sentiré por ti.
Y ese momento en el que me digas “papá”,
todo valga la pena, porque si mi Mía,
estaba esperándote, destinado a serlo,
a ser tu padre y estar a tu lado
por el resto de mi vida.
Aquí te espero,
escuchando tu corazón
en la grabación de mi celular,
sintiendo tus movimientos
en la barriga de ese ser maravilloso
que hoy te guarda,
a la que le agradezco cada mañana
sin que lo sepa, por amarme tanto
y regalarme mi hija,
ya que sin tu mamá nada,
nada seria realidad
Hoy me confieso,
aunque a veces no logre disimularlo,
me muero por ti, por verte,
por vivirte, por darte razones para ser
y cambiar el mundo,
por enseñarte el amor
en la mejor de sus versiones,
la de un padre que te soñó como su hija,
toda su vida.
Te espero aquí mi vida, con tanto amor!
y estare siempre para ti
Mía Celeste