Carlos Eduardo

A B U R R I M I E N T O

 

Uno no escoge aburrirse,

enamorarse,...

 

¡sucede!,

 

no se sale de esos estados

por voluntad propia;

 

quizás, a través de la conscienciación

se capta del tedio:

 

el vacío existencial,

la inocuidad del ser,

la experiencia de hacerse uno con la nada;

 

la circunstancia del hastío

no debe confundirse con la depresión,

porque distinta de ésta,

no es el sufrimiento

de vivir,

que cae en el plano de las angustias,

tratable mediante tratamientos

psiquiátricos y psicoanalíticos;

 

¡no!,

 

es una cuestión pasajera

de encontrarse consigo mismo;

 

es decir, con nadie.

 

Esta suerte de hastío puede surgir

en los más sorprendentes momentos;

 

siendo un remezón,

inevitable,

necesario,

y punto de encuentro

o de inicio

crucial

para el alma profunda

de una nueva etapa

o de un cambio radical.