Pasaste por la puerta con tu amante,
y él no dijo nada.
Pasaste de regreso nuevamente...
Doble provocación en una sola madrugada.
Pensaste que estaría acongojado,
sufriendo en silencio tú abandono,
y te sentiste victoriosa,
y seguiste de largo,
tomada del brazo de tu amante,
como quien se pasea en el parque
mostrando su mascota encadenada.
Pero todo no fue más que una farsa infiel.
Realmente solo te importaba él,
porque sabias que desde siempre,
él te amaba.
Y ese fue precisamente tu gran error:
jugar con el honor y el corazón
de quien te ama.
Fue entonces cuando lo viste aparecer por la esquina cercana.
Caminaba lentamente en sentido contrario,
confundido con su propia sombra,
proyectada por el farol que le alumbraba.
Lo viste venir y quedaste petrificada.
Su varonil figura te pareció románica,
con escudo y espada.
Sentiste perder todas las fuerzas,
y comprendiste que fue un grave error,
hacer dos provocaciones en una sola madrugada.
Sin pensarlo \"tu amante\" se dio a la fuga.
Tú caíste de rodilla,
pero no te salían las palabras.
Él se detuvo frente a ti
y pensaste que tus días terminaban.
Viste en sus ojos la muerte desatada.
Fue mucho hacer dos provocaciones en una sola madrugada,
pero él solo tiró con desprecio
el anillo de bodas, que ante el cura,
en su mano situaras.
Eso fue todo, sin ofensas,
sin violencia…
¿Qué peor acción que recibir el desprecio de quien te ama?
Y así, casi silente, fue el final de esta historia;
simplemente continuo su camino,
sin mirar para atrás,
sin decir nada.
Frank Calle (16/ dic/ 2019)