Si nuestras almas pudiesen surcar el cielo como formidables gaviotas
Si todo a nuestro derredor fuese mar, azul y esfera
Si el viento bajo nuestras alas nos impulsara a la claridad de los sueños
Cuanta inmensidad alcanzamos, cuanto universo sería nuestro
Si el mar en su imponencia fuese nuestra senda y camino
Si pudiésemos alzar el vuelo entre acantilados y paisajes marinos
Si tan solo una vela nos llevase al infinito
Cuántas estrellas miramos, cuántas auroras serían nuestras
Si nuestro enternecido mirar volviese al tiempo de la inocencia
Si nuestros rostros atesoran las caricias de la infancia
Si nuestro otear fuese esperanza que derrotara la ausencia
Cuánta poesía excitamos, cuánta claridad en los sueños
Sí nuestras manos infantes, fecundan la tierra de anhelos
Sí los lirios nacieran en nuestra greda de ensueño
Si nuestro sudor y nuestro llanto germinan la vida y la espera
Cuanta simiente nupcial, cuanta pasión, cuanta entrega.
Seremos ecos del viento para vencer los silencios
Seremos olas marinas para caminar ambos mares
Seremos ojos de ausencia para contemplar lo amado
Seremos palma, costado, para el amor y el afecto
Y si tu eco toma mi oído, escucharé tus cantares
Y si tu ola llega a mi orilla, recalará en tu vientre
Y si tus ojos miran mi alma, te entregaré mi semilla
Y unidos, tu eco, tu vientre y mi semilla, preñamos la vida