A Mi Derredor
Son esas amargas sombras, que yacen aquí atemorizando la entrada.
Al umbral de mis penas abiertas y que limpian como el mar todo el suelo, con mis terribles lágrimas.
Son esas nieblas frías de flavo color que llegan con el ocaso.
Cuando en la amargo y silente camino, yacen como órbita lunar, atando mi cuerpo a tí.
Desnudando como el tiempo a las horas perdidas, que en fracaso yacen aquí, cuando sólo pienso en usted.
Como una verdad que en el alma es luz como el sol, sí, a mi derredor.
Sí, a mi derredor, cuando en el alma se debate un sólo dolor.
Que es como la brisa del mar, o como el sustento de la prisa del mar abierto por arropar y callar a mi voz.
Como fue la vez aquella que en primera estancia fue a mi derredor.
Sucumbiendo en el trance un delirio devastado como el mutismo total.