Miguel Angel Garrido

LUIS CERNUDA EN MÉXICO, 1963

Por los tejados del alba se aleja

la marquesina de un triste autobús,

con los muchachos jóvenes que miran

el vacío en sus recuerdos. Ciudad fría

a la luz de un colegio, candidez

de lo querido y risas descaradas

en el verano de mi juventud.

 

Pienso en vosotros, rostros naturales,

ojos negros de un tiempo adolescente,

país de la luz perfecta y las heridas

por las baldosas de un amor pasado.

Más allá de la canción inexperta

de un largo lunes con lluvias sin fin,

miro las tapias del día, rescatando

un grano de lujuria casi muerta,

pasiones en orillas muy lejanas

donde mi vida se fue deshaciendo.

 

Con ganas de sentir la realidad,

recorro un cielo de balcones rotos.

Todavía quedan restos de calor

por los pasillos del tiempo, el cauce

de los horarios, la luz de las tardes.

Fotografías que abrazan despiadadas

paraísos o derrotas sin destino.

Memoria de la infancia, patria limpia,

historia que sufrí por estas calles

con la paz de los barcos en invierno.