Fuimos juguetes de la casualidad esa noche, que extendía sus garras oscuras al fondo de recuerdos que pensábamos olvidados y sin embargo estaban ahí latiendo, supurando su dolor y ahogando la nostalgia en canciones calladas, tristes y solitarias.
No fui yo, no fuiste tus, nuestros pasos se encaminaron al fatalismos y fue la suerte o el destino que hizo que nuestros pasos se juntaran o tropezaran en esa jugada del destino que nos traía de nuevo a un pasaje oscuro de letras nostálgicas.
Venias quien sabe de dónde y yo no sabía a donde quería ir, por eso me monte en tu sueño y quise sacarte de esa pesadilla que aquejaba tus sueños y mojaba tu almohada, pero me contagie de tu melancolía y pedí que me invitaras a tu dolor.
Aquella noche que se hizo mañana, fuimos saliendo de los brazos de la noche y sus grandes manos extendidas en la sombra, fue cediendo a la luz, cuando vimos el rostro de la mañana que llamaba por la ventana y el sol introducía su sonrisa al alma.
Fue a partir de aquel beso, aquella mañana, que encendimos las luces de la ilusión que ilumino toda nuestra vida y nuestros pasos firmes ya tenían rumbo y nuestras risas una alegría que rompía la noche en miles de estrellas, que huían de la niebla.
Ya la noche oscura no mora ni en tus ojos negros y la primavera de tus años busco refugio en mi pecho y compartió sus olores con mis labios y mi cama se llenó de olores nuevos cada vez que nuestra canción, espanta al olvido y atrae la felicidad.
Desde la noche luminosa y las sonrisas desbocadas, canto y entono tu risa y dibujo la felicidad que me enseñaste a disfrutar no solo de la noche, también mientras llueve y lo mismo tomando café o bebiendo un vino y dosificando los recuerdos.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO