Hace tiempo que se secaron tus dulces besos
en los rosáceos labios de la esplendente aurora,
deshojaste mi corazón en tan aciaga hora
y a una mazmorra arrojaste mis fríos huesos.
Embaucaste mis sentidos con tus embelesos
y me sedujiste con tu voz cautivadora;
tan sólo fue un hechizo de tu beldad traidora
que mi nefasta vida ha pagado con excesos.
¿Cómo quieres que ahora me conmuevan tus gemidos
y me apiade de tus vanos y ficticios llantos
si tú jamás has tenido de mí compasión?
No enternecerás mi alma con suspiros fingidos:
tú me has hecho padecer tan crueles desencantos,
que has congelado para siempre mi corazón.
Suspiros y sueños de amor