Faeton

No era un truco de magia

Cuando la esperanza es el esqueleto de una vaca en mitad del desierto de Arizona
y un buitre carroñero picotea el ojo de pez,
cuando el cactus abraza como la virgen de hierro apuñalando la carne tierna de una doncella,
cuando la serpiente de cascabel repta por el crucifijo y le inyecta el veneno de la redención,
entonces el pellejo de vino exuda la sangre de Cristo.

 

Tu voz se eleva como un cántico espiritual
que me atraviesa el costado con un dolor agudo y lacerante,
como sacar una calavera en una partida de dados.

 

Tengo seca la boca,
y nadie se digna a humedecerla con una esponja mojada.

 

Me mareo,
todo me da vueltas,
siento que me voy a caer,
y no encuentro los labios de Mae West
para tumbarme en ellos.

 

Quisiera creer que la luna es una tarta de nata con un cohete incrustado en el ojo,
que Dios es un prestidigitador
y esto un espectáculo de escapismo:
el escamoteo de una dama.

 

Pero hace tiempo que murió Houdini,
y desde entonces ya no creo en la magia
ni en los magos.

 

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.