Pasan las horas, los días, los meses, los años, y al final
del camino recorrido, cuando el tiempo ya fue, sin detenerse, sin piedad, te das cuenta que todo pasó en un segundo, volteo a ver el largo camino recorrido, con la esperanza de ver sus ojos, ver su bella sonrisa, poderme despedir dándole un fuerte abrazo.
Solo observé el vasto infinito de la oscuridad sideral, bañado con las interminables luces del cosmos, y cuando volví a retomar mi camino, ahí estaba ella, me tomo de la mano y me acompaño por los campos de estrellas, por los ríos de nebulosas, por los desiertos de polvo estelar, por los bosques de cometas, lagunas de asteroides, océanos de materia oscura con mareas de energía cósmica.
Así en este viaje de años luz, sin fin, infinito, ella junto a mí; observamos el movimiento del cosmos.
Eternas lunas.