Antonio Encinas Carranza

Que no llore el niño

Que no llore el niño

 

 

La noche clara y tibia,

al amanecer el alba estaba fría

el niño pequeño no cabía

en la cuna que estaba vacía.

Con ilusión y mucha alegría

al mirarlo el niño me sonreía.

 

No hay que dejar que llore el recién nacido

porque llora el cielo y llora el mundo.

  Melchor estaba cantando 

Gaspar estaba agotado

y Baltazar tenía al niño cargado

que con su canto se quedó dormido

Descansa y ya puede dormir el niño adorado.


En el portal de  Belén

Los ángeles descienden del cielo

de una punta de una de las estrellas 

uno se queda colgado,

cuando descendía de su vuelo

y de vergüenza borró las miradas.


Las sonrisas aparecieron con gran gozo

 y se escucharon los cantos

que con gran regocijo

estaban anunciando

que la navidad esta empezando.

 

Los reyes magos llevan incienso y un perfume;

Mirra y oro y un gran diamante

 y escondidos pasteles rellenos de miel

La Virgen se obliga a sus quehaceres 

y reparte los pasteles a los presentes.


Que duerme el pequeñín en las palmas de José

envuelto en mantas de los pastores.

Los ángeles con panderetas

flautas y tambores

y con sus voces corales.


Los ángeles bajan del cielo

con una corona para el rey

Envuelto en mantas de terciopelo

cantan el coro en la alturas

con voz celestial

bajan sobre un rayo 

la luz del sendero.

 

Gloria a Dios en las alturas.


Autor: Antonio Encinas Carranza

De: Lima, Perú

D. R.